El piano concertant – Denia Classics 2022

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El piano concertant

Teatre Auditori Dénia, 25 de febrer de 2022, 19h

PROGRAMA

I.

W. A. MOZART: Sonata en la major K. 331

Andante grazioso

Menuetto

Alla turca – Allegretto

E. GRIEG: Peces líriques (selecció)

Arietta (op. 12 n. 1)

Elf (op. 71 n. 3)

Nostàlgia (op. 57 n.6)

Dia de boda (op. 65 n. 6)

M. DE FALLA: Dos dances de «El sombrero de tres picos»

Dansa dels veïns

Dansa del moliner

II.

G. LAWSON: Sonata for piano (2013) * estrena absoluta

Allegro non troppo; risoluto e appassionato

Poco lento, rubato e piangevole

Alla siciliana

Allegro

F. SCHUBERT: Andante en la menor D 968, per a piano a 4 mans

(amb la col.laboració de Claudio Carbó Moncho)

E. GRANADOS: Dos danses espanyoles

Oriental

Andaluza

F. CHOPIN:    Masurca en do major op. 24 n. 2

           Masurca en si bemol major op. 17 n. 1

          Ballade nº 3 op. 47

CLAUDIO CARBÓ MONTANER, piano

www.claudiocarbo.com

José Aparisi Aparisi: Dos Nocturnos

Presentamos este díptico del compositor, maestro y pianista José Aparisi Aparisi, en la versión revisada publicada en 2010. La grabación se realizó en directo en recitales en el Teatre Serrano de Gandía y en el auditorio del Conservatorio Profesional de Carcaixent. A continuación unas palabras de presentación del autor de los mismos:

Mis «Dos Nocturnos para piano», realizados durante el curso académico 1984/1985 en la clase de composición de Amando Blanquer —el primer nocturno fue escrito entre el 21 de noviembre de 1984 y el 24 de enero de 1985, y el segundo nocturno se concluyó en abril de 1985— fueron estrenados por mí en un concierto público celebrado el 28 de mayo de 1985 en el salón de actos del Conservatorio Superior de Música de Valencia (en el edificio de la plaza de San Esteban), junto con obras de otros entonces jóvenes compositores.

Compuestos según el sistema tonal y en el estilo modal armónico, hay en ellos elementos musicales de naturaleza no tonal como pueden ser los fragmentos melódicos por tonos enteros —con citas explícitas del primero en el segundo nocturno—:

o las unidades errantes (segundo nocturno en los compases 34-35 y 41-42). En ambos nocturnos —Andante espressivo y Andante sostenuto— rige la idea formal A B A.

José Aparisi Aparisi

Iturbi en el Carnegie Hall

«Iturbi en el Carnegie Hall»

Dentro del ciclo homenaje al pianista José Iturbi (1895-1980) que organiza el Palau de la Música de Valencia en el 125 aniversario de su nacimiento, ofrecemos este recital para piano solo. El programa consta de diversas obras que el valenciano interpretó en sucesivas actuaciones realizadas desde 1929, año de su debut en el Carnegie Hall de Nueva York.

almodi-cambra-al-palau-foto-live-musichttps://www.palauvalencia.com/evento/claudio-carbo-piano/

Programa:

Johann Sebastian Bach: Capricho sobre la ausencia de su hermano, BWV 992

Vicente Rodríguez Monllor: Tocata XI

Johannes Brahms: Variaciones sobre un tema de Paganini

Claude Debussy: Clair de Lune (Suite Bergamasque). L’isle joyeuse

Isaac Albéniz: Iberia. Corpus Christi en Sevilla

Mili Balákirev: Islamey. Fantasía oriental

Ciclo Cambra al Palau (Concierto 14)

CLAUDIO CARBÓ, piano

Fecha: 18 de septiembre de 2021
Hora: 19:30
Recinto: L´ALMODÍ (Plaça de Sant Lluís Bertran, 2, 46003 València)

“Caminos de la Luz” de Antón García Abril

Caminos de la luz,  de Nocturnos de la Antequeruela para piano y orquesta de cuerda.

Imagen: «Pascua» de Francesco Astiaso. FIGURA | fastiasogarcia (francescoastiaso.com)

Orquesta Ciutat d’Elx.

Cristóbal Soler, director.

Claudio Carbó, piano.

Caminos de la luz es la última sección de Nocturnos de la Antequeruela para piano y orquesta de cuerda. García Abril combina elementos expuestos en las secciones anteriores (juego rítmico aportado en la Constelacion I en compás de 12/8 y elementos del Nocturno II en la orquesta, en compás de 8/8), para desembocar en una sección sobre el centro tonal mi bemol que dirigirá la obra hasta su conclusión. En ella también aparecerán motivos de la Constelación II y reminiscencias de la primera, con acotaciones de los versos antes comentados «Al alba venid, buen amigo, al alba venid».

Muy especial se muestra en este fragmento el bello e intenso canto de violas y violonchelos en lo que será la última línea melódica de la obra, a excepción de la cita final de El amor brujo antes mencionada.

Hemos querido ilustrar y presentar ciertos aspectos relevantes de Nocturnos de la Antequeruela, no solo por apoyar y preparar lo que se puede escuchar en la grabación que adjuntamos, sino también por constatar que se trata de una de las grandes obras para piano solista de las últimas décadas; pese a su dificultad y longitud, el trabajo y preparación de esta partitura se convierte, tras su interiorización e interpretación, en merecido logro y gozo para intérpretes y auditorio.

 

A continuación, una visión general de Nocturnos de la Antequeruela de García Abril:

 

Nocturnos de la Antequeruela, al igual que en las Noches en los jardines de España, presenta una música más allá de lo meramente descriptivo: pretende adentrarse en una materialización sonora de la respuesta sensible, fruto de la emoción recibida, para extenderla más allá de nuestras fronteras, hacia el Universo mismo.

La obra aspira a ser descripción poética del encantamiento ante el éxtasis contemplativo de la noche, ante la fascinación magnética de la visión del sonoro silencio del firmamento, máxima aspiración de perfección, anhelo de constelaciones, movimiento cósmico y palpitación humana que nos sitúa en nuestra propia y auténtica dimensión en el cosmos; descubrimiento de bóveda, infinito espacio abierto a la meditación, hipnótica claridad de luna que nos sobrecoge e impregna de mágicas influencias, canto de las estrellas en incesante órbita, que se expresan como impulsos de nuestra existencia. La partitura se desarrolla en un solo impulso; pero he querido acotar el camino introduciendo algunos apuntes poéticos que pudieran servir de faro para transitar por él sobre las estrellas, sobre la plenitud del vacío de la esfera infinita desde el vuelo de la luminosa oscuridad de la noche; esos apuntes son: Caminos de la noche, Nocturno I, Constelación I, Nocturno II, La plenitud del silencio, Constelación II, Soledad y Caminos de la luz.

Arturo Bonucci, Manuel de Falla, Alfredo Casella, Leopoldo Torres Balbás y Alberto Loltronieri en el pabellón sur del Patio de los Arrayanes, en el Palacio Comares de la Alhambra, 18 de enero de 1930.

Presentemos esta obra clave, que consideramos puente entre los Preludios de Mirambel e inicio de la última etapa compositiva.

La estructura formal de Nocturnos de la Antequeruela se desarrolla en un impulso, como una obra unitaria de 34 minutos de duración, donde la sucesión de cada una de sus ocho partes se consigue con una magistral naturalidad y coherencia. La primera sección de la obra, Calmadamente, ejerce la función introductoria de manos de la orquesta:


La entrada del piano en Caminos de la noche presenta el aspecto declamatorio en el recitativo inicial en modo de sol dorio y el papel integrador de los arpegios junto al colchón armónico de la orquesta se hace patente ocho compases más tarde.

Estos arabescos en fusas que impregnan la primera impresión sonora de toda esta sección presentan un pianismo evolucionado que se presagiaba en el primer movimiento de las Noches de Falla: En el Generalife:


La segunda aparición del recitativo inicial del piano aparecerá en fa #, iniciando una sección de desarrollo en la que la densidad sonora de la orquesta irá en aumento, junto al despliegue de acordes en los diferentes registros del piano. La curva emotiva de esta primera sección desemboca plácidamente en una cesura similar a la que precedía la primera entrada del piano.

El Nocturno I presenta una textura rítmica y sonora muy interesante entre los diferentes miembros musicales que van apareciendo: diseños de tresillo de negra contra dos corcheas y cuatro semicorcheas en las diferentes cuerdas; además, cada grupo de dos compases presenta una agitación intrínseca en constante tensión: compárese la evolución de la primera versión (izq.) con la definitiva. En la 1ª edición se indicaba en pequeños accelerandos escritos para cada compás durante toda la sección, oscilando entre pulsaciones de negra de 50 a 100. La 2ª, más clara y escueta, reescribe el tipo de compás de 5/4 a combinación de 6/8 + ¾ y elimina las variaciones agógicas.

Este episodio presenta un desarrollo armónico muy interesante, con características sucesiones de enlaces de séptima en distintas series de tensión creciente, propias del estilo de García Abril como se desarrolló en el análisis de Tres piezas amantinas.

A continuación prosigue la entrada de la Constelación I: primera aparición de la evocación estelar que nos llevará a la elevación celeste que inspira y traslada este especial concierto. El insistente fluir y vibrar de los fugaces tresillos contra dosillos de semicorcheas, junto al despliegue de numerosos divisi en las cuerdas, confiere un momento donde, en palabras del compositor, la interpretación rítmica debe ser «rigurosamente exacta».

Toda la base armónica se asienta sobre el centro tonal re, con oscilaciones en acordes cluster de la bemol. Ininterrumpidamente desembocará esta sección en el Nocturno II, que mantiene la célula de tresillo de corcheas del Nocturno I, pero presenta una mayor direccionalidad melódica con atisbos de cante jondo mientras la izquierda se desenvuelve en rasgueos de inspiración guitarrística:

La culminación de este nocturno se producirá después de haber escalonado la línea de los bajos por cuartas mientras la célula de tresillos aumenta progresivamente, siguiendo el esquema de terrazas tonales.

Esta sección de clímax presentará un denso desarrollo de diversos elementos derivados del tema principal y del Nocturno II, para llegar a una sección donde los violonchelos prepararán la Plenitud del silencio, donde el piano quedará sustentado solo por los violines¸en una estática figuración sincopada liderada por la mano izquierda:

Poco a poco irán apareciendo elementos pertenecientes a la anterior transición hacia la Constelación I, que en este segundo desarrollo hacia la Constelación II presentan una más desarrollada elaboración temática. Las combinaciones rítmicas serán más evidentes (oscilación de acentuaciones entre 6/8 y 5/8, tresillos contra quintillos), además de constantes cambios de articulación del toque: tenuto, suelto, corto, legato.

La profunda Constelación II
ahonda en la elevación alcanzada en la anterior, no solo en duración sino también en la armonización más erizada, como también en la interválica con que se dibujan los deformes y disonantes diseños de las semicorcheas de la cadencia. Esta asciende y desciende sobre bloques de acordes cluster de las cuerdas en divisi a cuatro, tres y dos, que interpretan acordes octófonos donde los intervalos producen una sensación de helada admiración:


La cadencia presentará una nueva elaboración de elementos del Nocturno II y del tema inicial, así como de la Constelación I, acompañada por las cuerdas hasta alcanzar el bloque tonal de do #, donde presentará una segunda sección de piano solo, Soledad, como compendio de todos los temas anteriores, así como de elementos que retraerá en la Balada de los arrayanes.

 

 

 

La entrada de la orquesta en el c. 544 iniciará la sección final de Nocturnos de la Antequeruela, presentando el piano solista diferentes periodos de creciente virtuosismo combinados con líricos cantos, entre ritmos a tiempo y contratiempo hasta llegar a su culminación en stretto
tratando de imponerse a la orquesta:


Caminos de la luz es la última sección de esta magnífica obra; García Abril combina el juego rítmico aportado en la Constelacion I en compás de 12/8 con elementos del Nocturno II en la orquesta, en compás de 8/8, para llegar a una sección sobre el centro tonal mi bemol que dirigirá la obra hasta su conclusión. En ella también aparecerán motivos de la Constelación II y reminiscencias de la primera, con acotaciones de los versos antes comentados «Al alba venid, buen amigo, al alba venid».

Muy especial se muestra en este fragmento el bello e intenso canto de violas y violonchelos en lo que será la última línea melódica de la obra, a excepción de la cita final de El amor brujo antes mencionada.

Hemos querido ilustrar y presentar ciertos aspectos relevantes de Nocturnos de la Antequeruela, no solo por apoyar y preparar lo que se puede escuchar en la grabación que adjuntamos, sino también por constatar que se trata de una de las grandes obras para piano solista de las últimas décadas; pese a su dificultad y longitud, el trabajo y preparación de esta partitura se convierte, tras su interiorización e interpretación, en merecido logro y gozo para intérpretes y auditorio.

 


 

Novedades desde la UR e invitación

Me complace invitaros a un acto académico que se realizará mañana, 16 de septiembre de 2020 a las 10:30h, donde presentaré mi último trabajo «Las Tocatas de Vicente Rodríguez Monllor (1690-1760): un acercamiento desde el piano moderno».

Fruto de los últimos estudios de máster que he realizado en la Universidad de la Rioja y bajo la tutela del Prof. Dr. Thomas Schmitt, presento el resultado de las investigaciones sobre la figura del valenciano Vicente Rodríguez y la interpretación en el piano moderno de tres de sus tocatas para tecla.


Estaré encantado de compartir con vosotros la labor realizada, así como la interpretación al piano de este repertorio, desconocido hasta la fecha y cuya primera grabación estará también disponible para conocimiento y difusión de quien desee.

En este enlace se podrá atender en directo (a las 10:30h) a la presentación y defensa de este trabajo de investigación, que con mucha ilusión he realizado y disfrutado, a pesar de las condiciones adversas de los últimos meses pero, no obstante, poder contar con la pulcra dedicación de mi tutor. A él todo mi agradecimiento, así como a todos los profesores del máster y especialmente a mi familia, que han estado participando y sufriendo las exigencias para la realización de este trabajo. ¡Gracias de todo corazón!

Y un recuerdo especial a mi padre, quien me animó siempre a seguir adelante y a quien se lo he querido dedicar:

A mi padre,
Salvador Carbó Bolta
(25/12/1942-29/3/2020)
in memoriam

Este es un resumen, para vuestro conocimiento:

El presente trabajo gira en torno a la figura de Vicente Rodríguez Monllor (1690-1760). En un primer paso se reconstruye la biografía del compositor, desconocido hasta ahora, para analizar las fuentes y su entorno.

Después, en un segundo paso, se analizan tres de sus sonatas, extraídas de la Tocatas para címbalo (1744), en el contexto de la primera mitad del siglo XVIII. Se constata que el compositor realiza un avance en la estructura de sonata binaria, en cuanto a extensión de motivos y practicar la sonata en varios movimientos.

Como último paso se propone una interpretación de estas tres sonatas, para fundamentar una realización práctica e históricamente informada en el piano moderno. Como referencia, se ha seguido la línea interpretativa de Rosalyn Tureck y András Schiff del repertorio para tecla de J. S. Bach y extender su aplicación a la obra de Rodríguez. Para potenciar su difusión se presentará la grabación y enlace en la web de las tres sonatas, hasta la fecha inéditas discográficamente y ausentes en el panorama musical actual.


 

Tras el día de Santa Cecilia…

Aprovecho para escribir con ocasión de la celebración del día de santa Cecilia, tan especial para los músicos pero aún más cuando coincide con el aniversario de mi nacimiento, para hacer memoria y dar gracias por la maravilla de vida que estoy disfrutando. ¡Gracias a todos vosotros por vuestras muestras de cariño y acordaros de mí en este día!: dirijo a todos vosotros este texto que me veo forzado a escribir.

Generalmente aprovecho este medio para compartir con vosotros proyectos, conciertos, estrenos musicales y demás publicaciones relacionados con uno de los aspectos más apasionados de mi vida: la música. Ciertamente, cada uno de mis días va ligado a ella, especial y paradógicamente en aquellos en que las circunstancias me impiden dedicar todo lo que quisiera a este arte misterioso, «la música callada, la soledad sonora», que cada día nace de nuevo y sigue transformando mi pensamiento musical e interpretación junto a excelentes colegas y amigos del ámbito musical, mi labor docente junto a un buen equipo de compañeros, mi vida cotidiana junto a una preciosa familia, cada expresión de amor con los que más cerca tengo…

Cada día es el día de la música, cada día es música: la armonía de combinar los detalles, deseos, alegrías, también temores, frustraciones y ambiciones, pero sintiendo que lo humano es conocer las vibraciones de ese corazón que, junto a la música, vibra como entramado de continuas cuerdas vocales que alcanzan cada rincón de mi cuerpo.

Pero la mañana del pasado 22 de noviembre, de camino al Centro donde ejerzo la docencia, me percataba de algo ya patente pero a veces escondido en el tumulto del día a día: como a veces sucede cuando observas tu vida desde un punto de vista opuesto al propio ombligo de las preocupaciones cotidianas, las dificultades de toda índole y todo aquello que provoca no aceptar y amar el momento, se me iluminaba la inmensa belleza de los grandes dones que disfruto día a día: poder dedicarme a una preciosa y trascendente misión de hacer música, enseñar y mostrar caminos de cómo poder hacerla y disfrutar de ella; vivir esta experiencia junto a una mujer que lo es todo, mi esposa y madre de unos hijos de un valor inexpresable, casi equiparable al mejor concierto jamás creado y catapultado hasta el más remoto extremo del Universo; y disfrutar de la presencia en mi historia del Creador de este All, impulso e inspiración muchas veces velado, pero siempre artífice del genio creador de aquellos que se expresan a través de la Belleza de las Artes.

Desde que tengo «uso» de razón, reitero comillas, mi vida ha estado acompañada del arte más sublime, inexpresable y dotado del poder de llegar hasta las entrañas de cada persona. Escuchar a mi padre al piano, desde muy niño, es un recuerdo grabado en mis entrañas: aquellas sonatas de Mozart, Haydn y Beethoven, diversas obras de Bach , Chopin y Granados, la Iberia de Albéniz y sus digitaciones estudiadas en aquel piano vertical (cuyo mueble era de una antigua pianola) durante los veranos en la playa, el Mompou recibido de su mano en los cursos de verano de Santiago de Compostela allá por los ’60 y que seguían en sus dedos, y tantas obras más. Este ambiente musical impregnó mi niñez y juventud y fueron la base para poder trabajar con tantas y tantos excelentes maestros, con quienes todavía hoy agradezco haber podido disfrutar de su sabiduría y cuyos pasos persigo seguir en mi labor interpretativa y docente.

Todo ello es motivo para estar tremendamente agradecido, además de “por muchas cosas más…” Así que concluyo mis palabras con un tremendo ¡Gracias!: deseo de corazón seguir creciendo en la belleza del eterno progreso musical y el poder ser parte activa en su desarrollo; gracias a todos aquellos que me rodean, unos más cerca y otros en remotos lugares, pero todos cercanos en mi corazón. Os deseo el mejor año para vuestra vida, ojalá armónica música, que impregne a nuestro alrededor el mejor ambiente para convivir y poder ser luz para todos, especialmente a aquellos quienes la música constituye el mejor bálsamo para escudriñar los más profundos designios del misterio de la existencia. Soy muy dichoso y me alegra poder compartirlo con vosotros; ¡gracias de nuevo!