HAYDN: Siete palabras de Cristo en la Cruz

«Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.

En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron» (Mt. 27, 50-51)

E la Terra Tremò. Francesco Astiaso
J. Haydn: Il Terremoto

Las Siete Palabras de Cristo es una de las obras de Haydn de más relevancia en cual la inspiración e impulso creador está estrechamente conectada a nuestro país. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Joseph Haydn era uno de los más prestigiosos compositores y su fama era conocida en toda Europa. En los programas que se tocaban en los teatros de las ciudades españolas, junto a obras de compositores italianos se encontraban frecuentemente las sinfonías de Haydn; la orquesta de la Casa Ducal de Benavente tocaba constantemente música del genio austriaco, que el mismo compositor remitía por contrato, y la Casa de Alba recibió varios cuartetos enviados por él.

El mismo Haydn explica el origen y dificultad de escribir «Las siete últimas palabras de Nuestro Salvador en la cruz» cuando el editor Breitkopf & Härtel publicó (en 1801) una nueva edición para la que solicitó un prefacio:

«Hace unos quince años, un canónigo de Cádiz me pidió componer música instrumental sobre Las siete últimas palabras de Nuestro Salvador en la cruz. Era costumbre en la Catedral de Cádiz​ producir un oratorio cada año durante la Cuaresma: el efecto de la interpretación se ve reforzado por las siguientes circunstancias. Las paredes, las ventanas y los pilares de la iglesia estaban cubiertos con tela negra, y solo una gran lámpara colgando del centro del techo rompía la solemne oscuridad. Al mediodía, las puertas se cerraron y comenzó la ceremonia. Después de un breve servicio, el obispo ascendió al púlpito, pronunció la primera de las siete palabras (u oraciones) y pronunció un discurso al respecto. Esto terminó, dejó el púlpito y cayó de rodillas ante el altar. El intervalo fue llenado por la música. Entonces el obispo pronunció la segunda palabra, luego la tercera, y así sucesivamente, la orquesta siguiendo la conclusión de cada discurso. Mi composición estaba sujeta a estas condiciones, y no fue tarea fácil componer siete adagios de diez minutos cada uno, y que se sucedieran uno a otro sin fatigar a los oyentes; de hecho, me resultó completamente imposible limitarme a los límites señalados» (Joseph Haydn).​

En 1787, la partitura de la obra encargada llegó a Cádiz, con el título Musica istrumentale sopra la sette parole del Nostro Redentore in croce, o sianno Sette Sonate con una introduzione, ed al fine un Terremoto. El estreno mundial fue el Viernes Santo de 1787, en la Santa Cueva. El padre Santa María invitó a los mejores músicos locales para que la interpretaran. El sacerdote que comisionó la obra, Don José Sáenz de Santa María, pagó a Haydn de la manera más inusual, enviando al compositor un pastel dentro de una caja, el cual Haydn partió con disgusto, encontrando que estaba relleno de monedas de oro.

Los autores principales de la idea de Las Siete Palabras son, sin duda, José Sáenz de Santamaría, marqués de Valde-Iñigo, y Francisco de Paula María de Micon, Marqués de Méritos, el primero siendo sacerdote en la Iglesia del Rosario de Cádiz y que, desde 1756, se encargaba de la dirección de la Santa Cueva. La música de Haydn está escrita para acompañar un ritual religioso creado en las misiones jesuitas de Perú, que, posteriormente, se extendió a mediados del siglo XVII, a toda Hispanoamérica y España -El Ejercicio de las Tres Horas- que tenía lugar el Viernes Santo entre las doce y las tres de la tarde, recordando las siete últimas palabras que pronunció Jesucristo en la Cruz. Este mismo ritual que se realizaba en la ciudad de Cádiz, se llevó, por orden del obispo, a la Iglesia del Rosario, que se encontraba en el centro de la ciudad, donde en 1756, con el motivo de unas obras, se descubrió un subterráneo que fue finalmente acondicionado para la congregación del Ejercicio de las Tres Horas y se llamo La Santa Cueva. Una vez que fue encargado por la dirección de la Congregación, el padre Santamaría, después del fallecimiento de su padre, del que heredó el título de marqués y una gran fortuna, se dedica al embellecimiento de la Iglesia del Rosario, contando para la decoración con nuestro genio de la pintura Francisco de Goya.

De esta magnífica obra hay cuatro versiones: la versión de orquesta que es la primera, versión de cuarteto, reducción de piano, que fue escrita por un autor contemporáneo pero con el visto bueno del mismo Haydn, y, una década más tarde, la versión oratorio para orquesta, coro y solistas. La obra se estrenó en Cádiz en la Semana Santa de 1786 o 1787 sin saberse con exactitud si fue la versión orquestal o de cuarteto que dio principio a esta tradición gaditana aun vigente y que con una decoración austera crea, junto con las últimas siete palabras de Cristo y la música de Haydn, un ambiente mágico dado a la meditación del sufrimiento del Hijo del Dios y su sacrificio por todos nosotros y la posterior alegría de su Resurrección.