Ya suenan «Echos»

Nuevo ciclo para piano solo de Salvador Carbó: ¡un descubrimiento a través de diferentes gérmenes estilísticos!

Salvador Carbó

Ya está disponible desde el pasado 15 de Junio el libro «Echos«, una obra para Piano con nueve piezas en las que resuenan, entre otros, grandes clásicos como Bach o Beethoven o Chopin. Pero, ¡atención! No consiste en un conjunto de versiones o adaptaciones: es un eco personal y no aspira a otra cosa sino a actualizar la riqueza de este arte, con una sonoridad propia y renovada, a la vez que hacer resonar para cualquiera que quiera escuchar música de hoy sobre los fundamentos del ayer.
Esperamos que pueda servir como instrumento para los nuevos músicos que quieren avanzar y perfeccionar su técnica y gusto musical, y que a la vez a todos nos permita descubrir y disfrutar del poder de la Música.

Se puede adquirir en  Amazon

Ésta es la última de las piezas que conforman el cuaderno:

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Fronleichnam 2017

¡Feliz día del Corpus a mis familiares y amigos afincados en Austria y Alemania: aquí lo celebraremos el próximo domingo!

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Mozart: Retrato incompleto de Joseph Lange, 1782

Mozart compuso su motete Ave verum corpus KV 618 para su amigo Anton Stoll, y la obra se interpretó por primera vez en la iglesia parroquial de Baden, en la fiesta del Corpus Chirsti de 1791. El autógrafo de Mozart tiene fecha del 17 de junio de 1791, hace ahora 223 años. La pequeñez de la orquesta (cuerdas y órgano) y la sencillez de la parte coral son rasgos de su carácter josefiniano. Desde que André publicara por primera vez la partitura, en torno a 1808, ha sido una de las composiciones de Mozart más apreciadas por el público.

«Ave verum corpus» es un breve himno eucarístico que data del siglo XIV y se atribuye al Papa Inocencio VI. Se solía cantar en la Misa, durante la consagración, más precisamente en el momento de la elevación de la Hostia. El título del himno significa Salve, Verdadero Cuerpo, aludiendo a la creencia católica en la Transubstanciación. Se trata de una meditación acerca de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y el poder redentor del sufrimiento. El manuscrito más antiguo de este poema procede de la Abadía de Reichenau, Alemania.

Esta preciosa obra, una de las más hermosas y conmovedoras del maestro salzburgués, iba destinada a una ceremonia religiosa que tuvo, y tiene lugar aún, una gran relevancia en Austria: la fiesta del Corpus Christi (más abajo encontrarás información sobre esta solemne fiesta y su celebración en Valencia y diversos pueblos de esta provincia española). Conforme a la tradición, el día de Corpus Christi se celebraba una procesión que hacía cuatro estaciones, ya que el número cuatro tenía un significado simbólico, referente alas cuatro partes del mundo, que recibían la bendición, y también a los cuatro Evangelios, que se leían durante la ceremonia. La comunidad entera tomaba parte en la procesión, con la que también se pedía una buena cosecha. Era una fiesta que unía a la Madre Iglesia con la Madre Naturaleza.

Esta ceremonia había sido suprimida por el emperador José II, en aplicación de su amplio programa de reformas religiosas, pero Leopoldo II la resucitó.

Presentamos en la grabación la versión para piano que realizó Franz Liszt en octubre de 1862 en Roma, tras pasar la semana santa de ese mismo año en la Capilla Sixtina y esbozar su obra para piano À la Chapelle Sixtine. Esta obra para piano, que después elaboró para orquesta y también para órgano solo, combina los motetes Miserere de Allegri y Ave verum Corpus de Mozart, dejando este segundo la posibilidad de poderse interpretar separadamente. Esta es la versión de Liszt:

Procesión del Corpus Christi de Valencia

La fiesta del Corpus Christi era considerada históricamente la fiesta grande de Valencia, especialmente desde el último tercio del siglo XIV. En esta época la fama de las conocidas como Rocas, los majestuosos carros que participan en la procesión, y en general de todas las fiestas del Corpus valenciano se extendió por toda Europa.

En el año 1263 Urbano IV instituyó la fiesta del Corpus Christi mediante la bula «Transiturus hoc mundo», en toda la cristiandad. Fijó su celebración en el primer jueves tras la octava de Pentecostés, esto es entre el 21 de mayo y el 24 de junio (actualmente se celebra el domingo siguiente). La bula de Urbano VI fue confirmada por Clemente V en el Concilio General de Vienne de 1311 y por el Juan XXII en 1317.

Historia:

En un principio las procesiones se celebraban dentro de las Iglesias. La festividad del Corpus se convirtió junto a la Pascua y la Navidad en el tercero de los grandes acontecimientos litúrgicos del año.

Hugo de Fenollet, obispo de Valencia, junto al cabildo de la Catedral, los jurados del Cap i Casal, el Justicia y otros prohombres acordaron organizar una procesión en las calles de la ciudad el cuatro de junio de 1355. Así ordenó que en las fiestas del Corpus Christi: general e solemnial processó sia feta, en la cual sien e vajen tots los clergues e religiosos e encara totes les gents de la dita ciutat».

En el Manual del Consell se encuentra el pregón que anunciaba la procesión. Este pregón dispuesto por los jurados el 8 de agosto de 1416, establecía el lugar de salida de dicha procesión, que sería la Catedral de Valencia, así como su recorrido. En el mismo bando se solicitaba que los vecinos limpiasen las calles que recorría la procesión, adornasen las casas y tiraran hierbas aromáticas como homenaje al Santísimo, actualmente los pétalos de flores es lo que predomina.

En 1356 al fallecer Hugo de Fenollet, y con el Reino de Valencia en guerra contra Castilla, Valencia fue sitiada por Pedro I de Castilla, se decidió suspender la procesión, y que se celebrara la fiesta en las parroquias de la ciudad. El Obispo de Valencia Cardenal Jaime de Aragón, nieto de Jaime II y primo de Pedro IV «el del Punyalet o Ceremonioso», en 1372, vuelve a instaurarla, comenzando a tomar auge y solemnidad. La procesión va creciendo en vistosidad y grandiosidad con música, bailes o danzas de las cuales hoy algunas aun perduran, la asistencia de los gremios que asistían con sus banderas, «llevando una vela de ocho onzas cada una de las personas pertenecientes a cada gremio». La belleza de la misma llevó a que según algunas fuentes, en 1401, Blanca de Aragón hiciera repetirla. En 1414 durante la coronación en Zaragoza de Fernando de Antequera, quiere que se represente allí, al año siguiente en 1415, es el Papa Luna quien asiste a la celebración. La procesión contó con la presencia de los distintos reyes de Aragón y posteriormente de España. Así, vemos en Valencia a Martín el Humano y la reina Juana de Sicilia, posteriormente en 1427 Alfonso el Magnánimo, en 1466, Juan II de Aragón, los Reyes Católicos en 1481, en 1501 la Reina Juana de Nápoles, en 1528 Carlos V, en 1585 Felipe II, en 1612 Felipe III con motivo de sus bodas reales, el Príncipe de Angulema en 1815, Fernando VII en 1827, la reina Isabel II con el futuro Alfonso XII en 1858, en 1888 y en 1893 la presenció Alfonso XIII.

Originariamente se celebraba por la mañana, hasta que se acordó cambiarla a la tarde. Es en 1677 cuando «Carlos II ordena que se volviera a realizar por la mañana para evitar ofensas al Sacramento», si bien ante las protestas, ese mismo año vuelve a cambiarse a la tarde pero con la orden de terminar a las 21’00 horas. Hasta 1835 los gremios y las comunidades religiosas eran participantes activos de la misma pero la desamortización de Mendizábal y la supresión de muchas órdenes marcó el inicio del declive. Sustituyeron a gremios y órdenes religiosas algunas instituciones benéficas valencianas como el Colegio de Huérfanos de San Vicente Ferrer, Casa de la Beneficencia, Asilo de San Juan Bautista, etc. La II República española, entre 1931 y 1935, obligó a que la fiesta se realizase solamente en el interior de las iglesias. Tras la guerra civil española la fiesta se limitó a la parte religiosa, y quedando representada por les Banderoles, els Cirialots, los Apóstoles y los Evangelistas, els Jagants y els Nanos, así como algún que otro personaje más. Es en los años 50 y 60 del siglo XX cuando un grupo de valencianos vuelve a impulsar la procesión para recuperar el viejo esplendor, organizándose en el llamado «Grup de Mecha «y posteriormente la Asociación Amics del Corpus de la Ciudad de Valencia.

La Moma y els Momos

Representación de la Virtud y los Siete Pecados Capitales (soberbia, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza) que en la danza significa la lucha, y al final el triunfo de aquella sobre estos.

La Virtud o La Moma, personaje central de la danza figura como una mujer vestida de blanco y con la cara totalmente tapada por un velo y un antifaz, también blanco; llevando en la cabeza una corona dorada y flores blancas. Usa guantes blancos y lleva en su mano derecha un abanico, mientras que en la mano izquierda sostiene un cetro dorado rematado por el escudo de la ciudad.

Los Momos llevan una blusa de terciopelo rojo y negro, pantalones amarillos y negros, medias blancas y sandalias de esparto; cubriéndoles la cabeza un pintoresco gorro que intenta representar a un dragón y llevan antifaz negro; también llevan unos bastones.

Se trata pues de una danza didáctico religiosa de gran contenido simbólico y que mejor cuadra dentro del entorno religioso de la Festividad del Corpus Christi.

La figura de la Moma, que curiosamente siempre representa un hombre es, junto con la del Cirialot, la más conocida y representativa del Corpus valenciano.

Más información en el enlace: http://www.corpusvalenciaamics.com/la-procesion.html; http://www.funjdiaz.net

Josep Climent Barber (1927-2017)

A Josep Climent Barber in memoriam,

titular del Conservatori Professional de Música d’Oliva

El pasado mes de febrero fallecía D. Josep Climent Barber (Oliva, Valencia: 28 de agosto de 1927-15 de febrero de 2017), sacerdote, organista, director, compositor y musicólogo español, a pocos meses de cumplir 90 años. Acompañado por el solemne y austero Introitus del Requiem de Fauré, entraba procesionalmente en la catedral de Valencia el féretro con sus restos mortales:«Requiem aeternam dona eis, Domine,et lux perpetua luceat eis». La versión coral con acompañamiento de órgano impregnaba cada uno de los muros y bóvedas, con una serenidad y trascendencia que solo se puede producir cuando el arte se constituye en medio sonoro entre dos mundos. Cada nueva armonía, que el genial compositor francés incorporaba sorprendentemente, encarnaba el antiquísimo texto y transfiguraba en belleza suprema, fruto de una profunda experiencia de amor sin límites.


Quisiéramos en este artículo rendir un sincero homenaje a Josep Climent, eminente figura musical que, desde el ámbito musicológico y en la creación sonora, figura como titular de nuestro Conservatorio. Su dedicación en el ámbito musical, iniciada en su juventud y consumada tras la conclusión de los estudios de Filosofía y Teología, se consolidaba tras su ingreso como organista en la catedral metropolitana de Valencia, el día de san Blas de 1951. Titulado en Órgano, Piano, Composición y Gregoriano, tanto por el Conservatorio estatal como por la Universidad Católica de París, fue becado por el Ministerio de Cultura así como por la Fundación Juan March para realizar diferentes estudios de investigación musicológica. Fue director del Instituto de Musicología de la Institución Alfonso el Magnánimo de la Diputación Provincial de Valencia y, tras haber sido titular durante 30 años de la organistía catedralicia, canónigo prefecto de música sacra de la catedral de Valencia y Director Honorario del Conservatorio Municipal de Música «José Iturbi», en cuya fundación intervino muy activamente.

Se le considera el musicólogo que más temas musicales de la Comunidad Valenciana ha estudiado y publicado, siendo esta labor de gran importancia en el redescubrimiento y expansión de nuestro patrimonio musical. Entre las distinciones más importantes destacamos la de académico de número de la Real Academia de Cultura Valenciana y Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona. Ha sido Mantenedor de los CXIII Juegos Florales de Valencia. El Ayuntamiento de Valencia le nombró hijo adoptivo de la ciudad en 2010. Es Fill Predilecte de su ciudad natal.

Su labor en el campo de la investigación en diferentes archivos musicales le hizo descubridor de grandes obras hasta el momento inéditas e impulsó su divulgación a través de diversas publicaciones en medios especializados. Entre sus numerosas publicaciones quisiéramos destacar las siguientes:

  • La Catedral de Valencia: devenir musical en el siglo XX. València: Real Acadèmia de Cultura Valenciana-Secció de Musicologia, 2005.
  • Orgues i organistes catedralicis de la València del Segle XIX. València: Lo Rat Penat, 2002.
  • La Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados. València: Diputació Provincial, 1999.
  • Villancico barroc valencià. València: Generalitat Valenciana, 1997.
  • El Cançoner de Gandia. Estudi, versió i transcripció. València: Generalitat Valenciana, Consergeria de Cultura, Educació i Ciència, 1996.
  • El Cançoner musical d’Ontinyent; transcripció i estudi. Ontenient: Ajuntament d’ Ontenient i Consell Valencià de Cultura, 1996.
  • La coral infantil «Juan Bautista Comes». València: Ajuntament de València, 1996.
  • Libro de tocatas para címbalo de Vicent Rodriguez Monllor. València: Institut Alfons el Magnànim, 1979.
  • Fons musicals de la Regió Valenciana I: Catedral metropolitana de València. València: Institut Alfons el Magnànim, 1979.
  • Cancionero diocesano. València: Imp. Nàcher, 1959. Cantos en latín y castellano.

También destacamos su aportación al campo compositivo coral, además de una larga producción para voces blancas, con la obra Te Deum, himno festivo que se interpretaba cada 9 de octubre en la Catedral de Valencia por la Coral Catedralicia y Alumnos del Conservatorio «Josep Climent» de Oliva, cuyo registro discográfico del sello NMB (2011) se presenta en formato digital, además de otras obras escogidas del catálogo del autor de importancia en su corpus compositivo.

Quisiéramos también mencionar la edición de relevantes obras para instrumentos de tecla, en especial la continuación del trabajo iniciado por Higinio Anglés en la publicación de la obra para órgano de Antonio Cabanilles, de la cual se trajeron a la luz cinco volúmenes del insigne organista, y la colección Libro de tocatas para clavicembalo de Vicente Rodríguez Monllor, en la cual nos detendremos en la última parte de nuestra aportación, dada su importancia en el campo de la música barroca para tecla.

Una de las creaciones más destacadas de su producción musical es la composición realizada para el Desenclavament, profunda partitura que muestra en diversos movimientos el final de la Pasión de Jesucristo: Introit, Arrels de Passió, Crit i Epíleg. Algunos de los episodios centrales son Per falsa, dura i inhumana, versión musicalizada de los Gozos al Stmo. Cristo de San Roque, i Presenteu-lo a la Mare, armonización de los Gozos a
Ntra. Señora del Rebollet.
Desde el siglo XV, con la llegada de los franciscanos a Oliva, se representa este auto sacramental que rememora el descendimiento de la Cruz de Jesucristo y el Santo Entierro. Es uno de los ritos más esperados de la Semana Santa de Oliva. Año tras año, el Viernes Santo por la tarde, los fieles se emocionan con esta recreación que está acompañada por este poema sinfónico, con texto de Salvador Soler y música del autor que nos ocupa, que desde el año 1987 sustituye a la antigua celebración realizada hasta entonces, que vamos brevemente a mencionar.

El Desenclavament arranca de la celebración de las Siete Palabras que Cristo pronunció en la Cruz hasta la deposición de su cuerpo en el Santo Sepulcro. Esta antigua tradición se venía realizando en Oliva siguiendo las palabras de los evangelios, proclamadas y glosadas desde el púlpito por un sacerdote y, al final, realizando el descendimiento de Cristo de la Cruz. Se iban soltando de la cruz, una a una, las diferentes partes del cuerpo aprovechando un Cristo articulado. Finalmente se depositaba el Cristo en un lecho procesional. ¡Cómo no hacer presente la obra Siete palabras de Cristo en la cruz, que compuso Josef Haydn por encargo de la hermandad del Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz en 1787!

En la versión compuesta por Josep Climent, tras los primeros esbozos e ideas de 1986, el acto comienza con el sonido del redoble de los tambores. Cuatro miembros de la Semana Santa llevan en procesión al Cristo crucificado desde la Capella del Roser hasta el Altar Mayor, donde le esperan unas personas para desclavarlo de la Cruz. Allí hay una peana que simula una montaña, con el fin de aportar más credibilidad a la representación. Un relevo de la guardia romana precede al desclavamiento propiamente dicho. El acto comienza por la inscripción del INRI. Posteriormente, le quitan la corona de espinas, los clavos de las manos y los pies, por este orden. Una vez desclavado, el Cristo yacente es presentado a María y lo acuestan. Allí, un sacerdote recibe el cuerpo de Cristo. Se procede a la unción del cuerpo, que será procesionado por la parroquia con un séquito de guardias romanos seguidos del clero y los que han desclavado al Cristo, así como representantes de la Junta de Hermandades olivense. El lecho mortuorio se lleva en andas por el interior del templo y después puede ser venerado por los feligreses. Todavía se mantiene la costumbre de pedir trozos del algodón perfumado que se utiliza en la representación para la unción de Cristo, como señal de protección.

Destaquemos también su Finis Initium, poema sinfónico coral para voces blancas que escribía con motivo de su jubilación. Está inspirado y utiliza los profundos y trascendentes versos del poeta Ausiàs March, considerado uno de los más destacados de la Europa del siglo XV, que reproducimos en su redacción original:

Puys que sens Tu algu a Tu no basta,

dona’m la ma o pels cabells me lleva;

si no estench la mia envers la tua

quasi forçat a Tu mateix me tira.

Jo vull anar envers Tu a l’encontre;

no se per que no faç lo que voldria,

puys yo soc cert haver voluntat franca

e no se que aquest voler m’empacha.

A Tu deman que lo cor me’nfortixques

si que’l voler ab ta voluntat lligue;

e, puix que se que lo mon nom profita,

donam esforç que del tot l’abandone,

e lo delit que’l bon hom de Tu gusta

fesme sentir una poca sentilla

perque ma carn que m’esta molt rebelle,

haix afalach, que del tot non contraste.

Ajudam, Deu.

Consideramos la antes mencionada publicación del Libro de tocatas para clavicembalo de Vicente Rodríguez Monllor (Ontinyent, 1690-Valencia, 1760) de gran importancia en el campo de la música para tecla no solo ibérica, sino también europea. Contemporáneo de J. S. Bach (1685-1750), Vicente Rodríguez escribe para un clave presumiblemente de dos teclados, considerando la escritura para tecla de grandes extensiones, por el despliegue por ámbitos extremos para los instrumentos de la época y el juego de cruzamientos en registros similares, irrealizable en claves de un solo teclado.

El cuaderno en cuestión se publica en 1744, y presenta 30 tocatas (sonatas) y una Pastorella para címbalo, repartidas por todos los puntos de un diapasón, «con la advertencia que por todas las teclas blancas estan por tercera menor y tercera mayor a excepcion de las negras, que por lo desafinado de los Terminos no estan mas que por el que menos disuena» (así en la portada del manuscrito original custodiado en el archivo del Orfeó Català de Barcelona). La forma general de cada una de las piezas, así como la Pastorella que cierra el volumen, es de sonata monotemática binaria, aunque en algunas de ellas se presenta la forma duplicada con dos temas, uno a velocidad lenta y el otro más vivo. También encontramos algunas sonatas en las que se combinan dos temas diferentes, sin cambiar de tempo, germen de la elaboración motívica que será crucial en la constitución de la forma sonata posterior. Se constituye Vicente Rodríguez no en imitador de formas anteriores, como hiciera Juan Bautista José Cabanilles (1644-1712) al desarrollar los tientos hacia formas más cercanas a la sonata barroca, sino en auténtico creador para clave y este de grandes posibilidades. Precisamente el compositor de Ontinyent sucedía a los 23 años a su gran maestro de Algemesí, perfeccionando así la evolución de la tecla barroca hacia la siguiente generación.

En la actualidad, la positiva valoración de la obra para tecla europea de H. Purcell (1659-1695), F. Couperin (1668-1733), J. Ph. Rameau (1683-1764), J. S. Bach (1685-1750) o D. Scarlatti (1685-1757), y ya en España desde José de Nebra (1702-1768) y Sebastián de Albero (1722-1756), hasta el padre Soler (1729-1783), ocupa un lugar predominante en la interpretación, ya sea en instrumentos originales como en los modernos. Nos aventuramos a sugerir la aceptación, estudio e interpretación de la obra de Vicente Rodríguez Monllor como parte fundamental en la configuración de la sonata para tecla del XVIII, puente necesario en la transición del barroco al periodo clásico. Muchas veces la producción local no es tenida en cuenta por la falta de conocimiento de esta y por no adentrarse en lo desconocido, para descubrir que la inspiración musical y su realización escrita se materializa en la obra de Rodríguez Monllor.

Inicio de la Sonata XXIX, Biblioteca de l’Orfeó Català. Barcelona

Sabiamente supo el maestro Josep Climent desentrañar y sacar a la luz esta y otras muchas partituras acumuladas en distintos archivos, para ponerlas a distribución de intérpretes, docentes y jóvenes músicos. Invitamos a quienes se quieran adentrar en este inexplorado mundo a desvelar lo que encierra y descubrir que la música espera ser tocada, interpretada, escuchada y disfrutada.