Ya inmersos en el curso e iniciando la nueva estación otoñal, presentamos una preciosa obra para piano titulada «Baladas de otoño» (2015). Su estreno supuso la culminación en el acto de defensa de mi tesis sobre el piano de Antón García Abril, efectuado en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, el 8 de febrero de 2016.
En verano de 2015 concluye Antón García Abril su última, por el momento, obra para piano solo. El díptico Baladas de otoño está dedicado a la pianista rusa Ilona Timchenko, afincada en Santiago de Compostela. El autor adopta el término balada como forma libre, de inspiración poética a modo de relato musical no descriptivo.
Consideramos la pieza de una madurez todavía más acrisolada por el arte en constante evolución ascendente del compositor y la consiguiente traducción al desarrollo del pianismo alcanzado en las últimas piezas compuestas hasta 2010. Tratándose de dos piezas, atisbamos en las dos la conciencia de tratarse de una obra compuesta en un solo impulso creativo. Si bien la primera de ellas puede consentir su interpretación por separado, la acotación de tempo de la 2ª Allegro (poco a poco) nos mueve a pensar que la grandeza estética e interpretativa de Baladas de otoño reside en su interpretación íntegra, ejerciendo el inicio de la 2ª como puente entre las dos. Tras observar y estudiar la partitura, el intérprete se encuentra ante un «más allá» del estilo propio de García Abril: reducción de lo musical hasta lo imprescindible necesario para comunicar el sentimiento e imaginación sonoros de un estado elevado de inspiración, sin que por ello se trate de una escritura de reducido contenido musical en lo que a medios técnicos y motrices se refiere. Esta inspiración requiere, en ciertos momentos de la interpretación, de alto grado de virtuosismo no solo estético e interpretativo sino también físico-técnico. Dentro de la usual intervención orgánica de las polifonías en el discurso musical, a veces complejísimas, el mecanismo alcanzado en la segunda balada llega a altos grados de virtuosismo y complejidad técnica, desarrollando diferentes facetas de la interpretación como sucesión de acordes, dobles notas, desplazamientos, arpegios quebrados, etc. También destaca que lo aparentemente sencillo se convierte en altamente comprometido a la hora de conseguir el mejor resultado sonoro, como ocurre en el inicio de la Primera balada de otoño:
La estructura de la primera balada presenta tres secciones, a modo de relato poético-musical, donde la parte intermedia desarrolla el 2º tema de la exposición y supondrá más adelante la culminación dramática de la pieza. Destaquemos el canto melódico de la mano izquierda que se acompaña con el elogio de diversas sucesiones de intervalos de 7ª que ejercen de perlada coloratura en los diseños de corchea de la derecha:
La exaltación poética de esta balada acontece tras la segunda aparición del elemento motívico central Poco più mosso, que se extiende durante 10 cc. y se desarrolla en tres planos: rítmicamente mediante células de corchea, semicorchea con puntillo y fusa en la derecha; melódica y armónicamente mediante dos planos ejecutados por la izquierda, bajos sostenidos a lo largo de cada compás y el registro central con armonizaciones con tintes melódicos a dos y tres voces:
Tras una sección de 6 cc. en pp donde se retoma el ambiente íntimo de esta balada, se reanuda la pieza con el tema inicial coloreado de acordes de 4ª en diferentes disposiciones, sobre la segunda parte de cada compás. Tras utilizar fugazmente el compás de 7/8 reaparece el pulso inicial de 3/4 con mayor carga emocional y desarrollos melódicos en semicorcheas en ambas manos, que permiten un toque más rubato y rapsódico:
La coda transforma el contenido modal genérico de mi de la última sección, tras un íntimo dueto declamatorio, en diferentes y sinuosos pasos sobre grados tonales hasta alcanzar el si ♭ y dejar vibrar el bellísimo acorde final formado por una interesantísima superposición de intervalos:
La segunda Balada de otoño presenta un pianismo muy elaborado, de alto virtuosismo y este siempre al servicio de la expresión musical. De forma libre a modo de tocata con tintes expresionistas de imponente cariz dramático, retoma el modo de mi, propio de la primera balada, durante toda la primera sección de la pieza, donde el juego de acordes de corchea y el pulso de semicorchea caracteriza el Allegro, además del refinamiento armónico de las secciones posteriores:
Tras el desarrollo de los diseños de semicorchea en ambas manos, con entradas escalonadas e imitaciones, el puente que parte del c. 26 introduce la figura de tresillo de corchea, derivado del 2º tema de la primera balada, y que aquí será tratado en diferentes apariciones:
La segunda herencia del tema desarrolla el peculiar diseño armónico de séptimas encadenadas, propio del estilo de García Abril:
Siguiendo el desarrollo de esta célula melódica reaparece el tema de esta segunda balada, ahora en mi ♭, para desembocar de nuevo en el Allegro que inaugura la sección final de la pieza con un motivo en octavas que será esencial en esta última parte de la pieza:
La conclusión de Baladas de otoño es de una grandiosidad y bravura de primer orden, con juego de acordes y octavas que pondrán el broche a un díptico de enorme belleza y altísimo nivel interpretativo.

[…] “Baladas de otoño”, de Antón García Abril. Claudio Carbó, piano. […]
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